martes, 10 de febrero de 2009

el inspector Alonso rodriguez: Caso 1: la mujer del sospechoso.

Era una noche oscura y fría, de mediados de diciembre. El reloj de la plaza mayor marcaba las dos de la madrugada. Un solo hombre recorría la calle, tan ebrio iba que no reparó en la figura que se agazapaba entre las sombras. El hombre se paró y observó a su alrededor. Una misteriosa neblina caída sobre la ciudad. El cielo estaba de un amarillo pálido probablemente a causa de la contaminación. Hacía frio. Se envolvió en su abrigo negro y caminó. En la oscuridad una persona se encogió más todavía y aguardó expectante su oportunidad, como un cazador que observa a su presa.
En el frio de la noche un gritó se alzó, pero nadie había alrededor para escucharlo.
Me acerco al cuerpo inerte que yace en la calle. El cadáver muestra señas de violencia. Suspiro y miro al forense inquisitivamente.
- Dos agujeros en el pecho y uno a cada lado del cuello, el arma homicida es algo largo, puntiagudo y de un diámetro de medio centimetro más o menos en su zona más ancha. Es el cuarto esta semana que muere con el mismo modus operandi. Señor inspector ¿nos enfrentamos a un asesino en serie?
- Probablemente así sea-respondo
En los días anteriores había conocido a varias personas sospechosas de ser el asesino. Yo, inspector Alonso Rodríguez, hago un rápido resumen de los perfiles psicológicos de esas personas y llego a una conclusión. El asesino era Francisco Rameda, hombre de negocios, trajeado y educado con todo el mundo ¿Su traje serviría para ocultar algo más que su cuerpo?
En estas pesquisas andaba cuando llego a casa del sospechoso. El no estaba en casa, pero su mujer, Julia, me abrió la puerta con una sonrisa encantadora. Era una mujer que había salido del cáncer hace poco y había perdido el pelo ¿Conocería a su marido tan bien como ella creía?
- ¿Qué le trae por aquí señor inspector?-me pregunta
- Pasaba por aquí y me dije, voy a hacerle unas preguntitas a mi amigo el señor Rameda.
- Pues como ve, no está aquí ¿le apetece algo de beber? Yo puedo contestar a sus preguntas.
- Vale.-aceptó aunque no sé si esto me va a ayudar-tomaré un café.
- ¿Qué quiere saber?-me pregunta desde la cocina.
- Solo necesito una cosa. ¿en qué trabaja su marido?
- En la construcción, quiero decir, es dueño de una constructora.
Me quedo pensando tanto rato k el café se enfría. Me lo bebo y para cuando salgo de la casa de mi anfitriona ya es de noche. Como es invierno, la gente se recoge pronto y las calles están desiertas cuando la noche no es aún cerrada. Mi visita ha servido para concluir quien es el asesino.
Miro mi móvil con preocupación y luego observo los alrededores. Mi cita tarda. ¿Me habré equivocado y ella no es la asesina? No puede ser, mis deducciones son impecables y las premisas ciertas, por tanto la conclusión ha de serlo también. Siento una presencia detrás mía.
- Te estaba esperando, asesina.
- ¿pero como…?
- ¿Qué como lo sabía? Has ido dejando pistas, imperceptibles, pero pistas al fin y al cabo. Dejaste un pelo en el primer cadáver.
- No pudisteis sacar información de ese pelo
- Exacto porque no tiene ADN, esto solo se puede deber a que o se te rompió un pelo o que usabas una peluca. Había un 50% de posibilidades de que se te hubiese roto pero aun así me arriesgue a tirar del hilo y llegue hasta mi sospechoso. El pelo podía ser suyo ya que lleva media melena, así que empecé a creer que era él.
- Ese era mi plan.
- Pero en el segundo cadáver vi algo que me desconcertó. ¿Cómo era posible que un hombre llevase un anillo como el que se te cayó en el escenario, sobre el cuerpo? Era una alianza de boda de mujer. Por lo que empecé a contemplar la posibilidad de una segunda persona que fuese el artífice total de los asesinatos.
- Pero eso no explica como supiste que era yo.
- Sabía que el Señor Rameda trabajaba hoy y aun así fui a su casa. Su mujer estaba dentro, y con el pretexto de preguntar dónde trabaja el señor entré en la casa. Mi objetivo real eras tu, Julia. Llevas peluca por tu quimioterapia, y no tienes la alianza de boda. Solo considere esta posibilidad al ver las heridas del arma homicida. Estaban hacia arriba, lo cual implica que el hombre al que mataste era más alto que tu. El señor Rameda mide dos metros y el hombre uno ochenta, usted uno setenta y tres. Fui a su casa y aproveché la oferta de un café para instalar un localizador dentro de tu teléfono móvil. Consciente de que ahora vendría a matarme vine solo hasta aquí. Julia, estas detenida
Mi interlocutora no sale de su asombro. En cuanto pronuncio las últimas palabras de mi pequeño discurso, aparecen unidades de policía por doquier y arrestan a la asesina.
La noche se cierra, el reloj marca las dos de la madrugada. Una misteriosa neblina cae sobre la ciudad. El cielo está de un amarillo pálido probablemente a causa de la contaminación. Hace frio. Me envuelvo en mi abrigo negro y camino de vuelta a casa con la satisfacción del deber cumplido. Un grito de angustia femenino se escucha tras las rejas de la cárcel.


hoy me ha salido la vena policiaca. no actualizo esto más a menudo por los exámenes y porque estoy en un proyecto más grande y mas ambicioso que puede acabar como mi primer libro y relato largo.

bueno como siempre me podeis enviar relatos a


tasuki_kou.shun-u@hotmail.com

1 comentario:

  1. La novela negra -más que la policíaca- es uno de mis géneros favoritos. Me gusta de este relato la estructura circular, la descripción ambiental y los verbos en presente -algo recurrente en el género, pero siempre eficaz. No me quedan claras algunas cosas; creo que si le das una vuelta más, puede ganar muchísimo. Y ahora, a estudiar...

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